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Patricia Zapata/El Diseño de la moda

Patricia Zapata/El Diseño de la moda

Patricia Zapata.- Para diseñar moda primero necesitamos considerar un cuerpo proporcionado como modelo. Supone conocer técnicas para gestionar la proporción, cuerpos en movimiento y secuencias de imágenes. Hay que aprender a distinguir las diferentes telas, sus coloraciones, su composición y propiedades.

En aquellos países donde la modernidad capitalista desplegó importantes núcleos industrializados, el diseño forma parte central de su proceso de generación tecnológica como factor dinamizador de su crecimiento y desarrollo.

Es un símbolo más de su poder económico y político envuelto de un disfraz de veleidad cultural para las élites de sus centros urbanos, que coexiste en su con cinturones de pobreza, formados por millones de ciudadanos que han sido excluidos del mercado. Una muestra más de la polarización creciente entre minorías privilegiadas que disfrutan de un alto nivel de consumo y mayorías marginadas que sobreviven, como pueden, bajo la así llamada línea de la pobreza.

En fin, llamaremos diseño a cualquier actividad, incluso de carácter artesanal que conduzca a la producción de objetos destinados a satisfacer las supuestas demandas de imagen. La Asociación de Diseñadores Gráficos de Buenos Aires lo define como aquella disciplina que posibilita la creación de “formas útiles a los hombres”.

Por definición su análisis involucra la cuestión de las “estéticas”, a nivel social, y la cuestión del “gusto”, a nivel individual, categorías propias de la cultura cada vez más globalizada, que son moldeadas por los medios masivos de comunicación quienes estimulan la avidez de novedades y llegan a imponer modelos la banalización y superficialidad.

Se segmenta al mercado en dos grandes sectores, el de gusto “refinado” o fashion, limitado a sectores “exclusivos”, es decir excluyentes, de las clases altas o medio-altas –target de diseño- y el gusto “popular” sobre el mismo tema, propio de las clases bajas, que quedará limitado a la imitación servil y degradada de aquellas “estéticas”, al uso de prendas de “marca” truchas y, en fin, al kitsch.

Según Gustavo Valdez de León, diseñador gráfico: el diseño moderno desde su origen ha sido construido en Latinoamérica a partir de la imitación, a veces oportunista, otras por mera casualidad, de los estilos europeos contemporáneos.

Este espíritu de imitación de los estilos de pensamiento foráneos, presente desde la Colonia, sigue siendo hasta hoy, –con importantes intervalos en los países y momentos donde toman forma movimientos estéticos nacionalistas-, un rasgo de la cultura latinoamericana y por lo tanto, del diseño y de la reflexión sobre su práctica.

De ahí que Latinoamérica es, en gran parte, el reflejo criollo o mestizo de la imagen que de Occidente tiene.

Organizaciones y empresas de todas clases utilizan el diseño con la intención de comunicar sus mensajes de una forma clara y vinculada a una experiencia emocional y para ello entrelazan diferentes manifestaciones y disciplinas del diseño, por ejemplo: gráfico y fashion. La calidad de esa experiencia depende de la pericia que el diseñador haya mostrado a la hora de transformar el mensaje en un conjunto organizado, fácil de recordar e impactante visualmente.

El buen diseño es mucho más que la suma de sus elementos, exige comprender los fundamentos de la forma y la composición, los mensajes del color, la relación entre los distintos tipos de signos visuales, el ritmo de la jerarquía informativa y la forma en la que sus elementos e imagen trabajan para producir un mensaje unificado y coherente.

El poder del diseño gráfico en la moda, es el aquel que altera nuestro sentido de la misma, e influencia nuestras preferencias de compra a través de medios como promocionales, anuncios impresos, pósters, folletos y hasta en las etiquetas de la ropa con los precios, displays y decoración en las tiendas.

Christian Dior firmó en la historia de la moda con letras de oro. Patentó el “new look” con colecciones que transformaron el París de los cincuenta, a las que denominó línea A, línea Y, T o V. Encontró en la estructura tipográfica similitudes con la indumentaria femenina, y esta metáfora clara y limpia fue la garantía de su aceptación por parte de un gran público incondicional en Europa y en Estados Unidos.

Su heredero al frente de la Maison Dior, el joven Yves Saint Laurent, lo hizo brillantemente pero pronto inició su propio camino. La marca YSL es uno de los pocos diseños corporativos del gran cartelista Cassandre. Estas tres letras cursivas y entrelazadas han prefigurado la imagen del glamour, la marca que recordamos en tinta dorada o sobriamente bordada con hilo blanco sobre negro. Letras siempre grandiosas y edulcoradas.

Tipógrafos considerados arquitectos de la escritura y diseñadores tildados arquitectos de la moda, nos permiten aproximar a Balenciaga con Aicher, coetáneos, hasta encontrar rasgos equiparables, ya sea en la edificación de tipos legibles o en la construcción de volúmenes que han de revestir la figura flexible de un cuerpo idealizado.

Años atrás se criticaba el “marquismo”, señalado como uno de los males alarmantes del consumismo, y aún perturbaba más el hecho de que se repite en las marcas de ropa y zapatillas. Ser un seguidor de marcas hoy no parece un mal inconfesable, sino un síntoma acorde con los tiempos.

La condescendencia con las marcas de lujo y con las fashion victims ha derivado en connivencia mercantilista.

*Antropóloga y escritora

lmexicana@gmail.com

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